Muchos de nuestros clientes se acercan a nosotros expresando su agobio porque de una u otra manera sienten que sus objetivos, su autopercepción y/o sus relaciones interpersonales con colegas del trabajo, con su pareja, con amistades o familiares, no son lo que desearían que fuera.

Dos son los ejemplos más comunes en las situaciones de inseguridad: la sensación de no ser capaz de hacer algo, y la sensación de no poder confiar en los demás. En este apartado expondremos brevemente solo el primero.

La persona que cree que no es capaz de algo, tiende a evitar las cosas que no se siente capaz de hacer, bien por que da por supuesto que no puede lograrlo, o bien porque teme la posibilidad de confirmar que no es capaz de hacer lo que se propone. Ésto, al final, como un círculo que vuelve al mismo punto en que inició, continúa, no sólo manteniendo la creencia limitante intacta, sino que inclusive la refuerza.

«Más vale viejo por conocido que nuevo por conocer» reza un refrán popular.

Este refrán ejemplifica en modo sencillo lo que yo llamo «la ilusión del fracaso», aquella experiencia-creencia limitante que ha sido arraigada e interiorizada como correcta o ideal, produciendo una estrategia de acción que lejos de reducir o eliminar la sensación limitante la acrecienta, pero que sigue siendo puesta en práctica como la mejor opción conocida, manteniendo la «ilusión del fracaso» anticipadamente.

El objetivo de las sesiones de Programación Neuro-Lingüística es, precisamente, ubicar talas creencias limitantes y transformarlas en medios y recursos para potenciar a nuestros clientes.

Dado que cada persona posee su propia estructura subjetiva de experiencia, tanto el abordaje como las técnicas son personalizadas según las características y necesidades de cada cliente.